Fray Hernando de Talavera (1428-1507) fue una de las figuras más notables de la Iglesia en tiempos de los Reyes Católicos. Nacido en Talavera de la Reina, ingresó en la Orden de San Jerónimo y pronto destacó por su vida austera, su formación en Salamanca y su profunda espiritualidad.
Confesor de Isabel la Católica
Su trayectoria lo llevó a la corte, donde en 1475 fue nombrado confesor de Isabel I de Castilla. Desde esa posición ejerció gran influencia en la reina, no solo en lo espiritual, sino también en lo político. Fue una voz moderada y prudente en un tiempo de grandes transformaciones, defendiendo siempre la importancia de la predicación, la instrucción religiosa y la vida cristiana sencilla.
Tras la conquista de Granada en 1492, los Reyes Católicos confiaron a Talavera la nueva sede arzobispal, convirtiéndose en el primer arzobispo de la ciudad. Su labor evangelizadora se distinguió por su espíritu conciliador: aprendió árabe, promovió la enseñanza del castellano, tradujo textos doctrinales y catecismos a la lengua de los musulmanes y fundó un seminario-colegio para formar al clero local. Creía firmemente en la necesidad de una catequesis paciente y en la conversión por persuasión antes que por coacción.
Talavera frente a la Inquisición
Aunque nunca cuestionó la autoridad del Santo Oficio, Talavera fue crítico con la dureza de sus métodos. Consideraba que la represión solo provocaría rechazo y revueltas, especialmente en un reino recién incorporado a la Cristiandad como Granada. Su visión contrastaba con la del cardenal Cisneros, que desde 1499 impulsó bautismos masivos y la intervención de la Inquisición, lo que derivó en tensiones y disturbios.
El enfrentamiento de criterios entre ambos prelados es bien conocido: Talavera apostaba por una lenta asimilación cultural y religiosa, mientras que Cisneros defendía medidas expeditivas. Finalmente, la política dura de Cisneros se impuso, relegando la línea de diálogo de Talavera y provocando un clima de creciente tensión con la población morisca.
Sospechas y últimos años
Paradójicamente, aquel que había sido confesor de Isabel la Católica acabó siendo acusado por la propia Inquisición de excesiva benevolencia hacia conversos y moriscos. Aunque nunca fue condenado formalmente, la sospecha ensombreció sus últimos años. Falleció en Granada en 1507, tras haber entregado su vida a la Iglesia y al ideal de una evangelización más humana y misericordiosa.
Fray Hernando de Talavera representa una corriente distinta dentro del marco de la Inquisición. No fue inquisidor ni impulsor de su rigor, sino un pastor que defendió la paciencia y la persuasión frente a la coacción. Su figura recuerda que, incluso en tiempos de dureza, hubo voces dentro de la Iglesia que apostaron por un cristianismo más abierto al diálogo y a la comprensión.


